Todo estaba hecho… o no. El
esfuerzo, el entreno, las sesiones de rodillo, y sobre todo, hacerse a la idea
de que el cuerpo pueda realizar semejante reto, no tenía aplazamiento posible.
Tanto las monturas y jinetes debían estar a punto para la maratoniana jornada
que se nos presentaba. La borrica, con una buena dosis de cera y los niveles de
presión en ruedas y amortiguación correctos, estaba lista para ser engalanada
con el esperado dorsal.
¡Y llego el día “D”!
Al igual que en otras
ocasiones, la noche que precede al evento la paso bastante mal, durmiendo a
trompicones y con dificultad para conciliar el sueño, por lo que harto de dar
vueltas en la cama decido echar los pies
al suelo a eso de las 6:45. Todo estaba preparado salvo el agua y la botija con
isotónica que rellené esa misma mañana, y tras un tranquilo desayuno y después
de una hora en pié, me dispongo a partir hacia Montecarmelo, desde donde
partirá la expedición Segoviana.
A las 8:15 y con cierto
nerviosismo, llego a la salida, ubicándome fatalmente en el cajón que por el
dorsal me correspondía, tal es así, que llegado el momento de la salida a las
8:30 se metieron por medio los que salían en el siguiente cajón, provocando
cierta confusión entre todos los que quedamos “atrapados”, viendo en la distancia
el arco de salida. Después de saltar alguna valla y diez minutos mas tarde,
consigo por fin activar el chip del dorsal.
Salida Montecarmelo |
La alegría de la salida no
duraría mucho, a uno, quizá dos kilómetros se produce el primer atasco de la
jornada, una “playita” de unos cien metros en uno de los senderos al otro lado
de la M40, provoca que los bikers tengan que echar pie a tierra, y donde veo el
primer abandono, una tija de carbono rota de cuajo a unos cuatro centímetros de
la mordaza del sillín. Por fin, cruzamos la vía del tren y salimos al camino
que circula paralelo a esta, mi ritmo es bueno y consigo no descabalgarme a
pesar de la cantidad de piedra suelta que hay en los rampones en esta parte del
camino. Alguna voz tuve que dar para que, los que deciden la alternativa del
empuja-bike, se echasen a un lado.
En el tramo hasta Tres Cantos consigo avanzar a buen ritmo y
recuperando posiciones entre los participantes, esto me lleva a pensar si no
estaría forzando un ritmo demasiado ambicioso y que pudiera pasarme factura mas
adelante. No obstante, llega la bajada hacia Arroyo de Tejada donde el ritmo es frenético, teniendo que sortear
las grietas del terreno e incluso, en algún tramo, salirme del camino por
seguridad. Cruzando el arroyo “seco”, la subida hacia Valdelaganar se hace cómoda y rápida y, en apenas algo mas de hora
y media, me planté en el primer avituallamiento de Colmenar. Paré apenas dos
minutos para tomarme media barrita y un poco de bebida isotónica. Poniendo
rumbo hacia el siguiente punto de referencia que, en mi caso, era Manzanares.
Saliendo del polígono
donde se encontraba el primer refrigerio, el trayecto, paralelo a las vías del
tren, se antojaba rápido, por lo que, con plato grande y piñón pequeño, a lo
que diesen las piernas. Pronto llegaría el momento de aflojar y de nuevo el
consabido parón, el desvío que enlaza las vías del tren con el sendero que nos
haría llegar hasta el Puente Romano. Superado este punto, el sendero se
antojaba disfrutón, con mucho pedrusco, pero rápido en las bajadas y algo mas
técnico en alguno de los repechos.
Llegados al Puente Romano
y sorteando alguno que a tierra se aferraba, avanzamos a buena velocidad por el
Camino de Santiago para llegar hasta
el desvío que nos llevaría directos a Manzanares y el segundo de los
avituallamientos. Hasta aquí, compruebo que el ritmo es óptimo, empleando sobre
dos horas y tres cuartos desde la salida. Tras una breve pausa y rellenar la
botija con isotónica, pongo rumbo hacia El
Boalo y Mataelpino. El camino
hasta Mataelpino se muestra mas
agradecido, con alguna sombra, arbolado, en general bastante más verde, alguna
leve subida, todo ello nos hacia presagiar que la bondad del camino llegaba a
término y comenzaba la dureza de la prueba, algo que se podrá de manifiesto
unos kilómetros mas adelante.
Salvado el desnivel de Mataelpino, nos disponemos a encarar el
trayecto hasta Navacerrada, sin
apenas dificultad en el terreno ya que, aunque siempre subiendo, esta es
tendida fácilmente salvable. Ya en el término de Navacerrada emprendemos la subida hacia el Parque de Bomberos y la Barranca,
la dureza que intuíamos unos renglones antes, se ha manifestado en toda su
crudeza, una subida de arena fina y con un desnivel considerable, me hace echar
el pie a tierra y coronar el montecillo con el odiado trámite del empuja-bike.
A partir de este punto, la primera parte del recorrido estaba hecha, solo
quedaba bajar a tumba abierta hasta el arco situado a las afueras de Cercedilla. El paso por el mismo me
indica un tiempo cercano a las cinco horas. Todavía quedará un tramo de unos
cuatro kilómetros neutralizados hasta llegar al avituallamiento de Cercedilla.
Cercedilla |
Una vez en Cercedilla, con un plato de paella en
mano y un plátano, me encuentro con José Luis, quien descansaba de esta primera
etapa, comentándome que tan pronto como Diego repuso fuerzas, tomo las riendas
para asestar el segundo asalto. Tanto Diego como José Luis emplearon poco mas
de 4 horas en este recorrido lo que hace prever el elevado ritmo al rodaron.
Después de cuarenta
minutos y una vez descansados, por decir algo, bebidos y comidos, nos
dispusimos a encarar el segundo tramo de la jornada. Tras pasar por el arco que
iniciaba el trayecto cronometrado nos toca afrontar la subida al puerto de los
leones por una pista apestosa de arena y con un sol de justicia. A mitad de la
subida voy perdiendo fuelle, viendo a José Luis cada vez más lejos. Quizá no
debiese haber tomado las cuatro cucharadas de paella porque una de las rampas
de la pista la tuve que hacer andando. Al llegar a la fuente que hay en la zona
alta de esta pista tuve que tomarme un gel y medio litro de agua. A partir de
aquí, pista fácil bordeando la montaña hasta el sendero que nos subirá hasta el
alto de los leones y el inicio del senda del Arcipreste de Hita.
La senda del Arcipreste de Hita, bajo mi punto de
vista, fue lo mejor de la jornada, una trialera con mas pedruscos que una
cantera, muy rápida y con una dificultad que, en algunos casos, obligaba a
bajarse de la bici. Desde luego la disfruté muchísimo. Al final de esta, se
encontraba otro de los avituallamientos programados por la organización y, tras
rellenar de isotónica la botija y de agua la mochila, una llamada a mi mujer a
quien le comuniqué que estaba a dos horas de Segovia (pobre iluso de mi),
tocaba bajar a velocidad por pista forestal hasta zona recreativa de San Rafael de La Panera.
A partir de este punto o
quizá unos kilómetros más adelante, ¡el infierno!. Desde el kilómetro noventa
hasta el ciento diez, el trayecto se tornaba en continuos sube y baja que, no
solo te destrozaban físicamente sino que te hundían anímicamente. En esta parte
del camino, tuve que parar dos veces a descansar, recuperar y motivarme para
seguir, porque cada bajada que hacías vislumbrabas en el horizonte un nuevo
repecho con desniveles desproporcionados. La verdad es que estos 20 kilómetros
me hicieron sufrir lo suyo. Pasado el Embalse de Puente Alta, un último y
jodido repecho antes del último avituallamiento, este no previsto, donde repuse fuerzas para seguir
y donde tenían barra libre de geles.
Los últimos seis u ocho
kilómetros, se hacían fáciles, parece que la cercanía de la llegada
inconscientemente aceleraba el ritmo de rodaje. Y por fin, a las afueras de Segovia, se ve el arco de llegada del
segundo tramo cronometrado. La verdad es que en esos últimos metros
experimentas una alegría extrema por haberlo conseguido, pero todavía quedaba
un tramito neutralizado hasta llegar a la ansiada medalla que te certificaba
como “finisher”, un tramo rápido por las calles Segovianas que concluía en la
bajada de la escalinata en la misma base del Acueducto, probablemente esta bajada sea la que mas se disfrute de
toda la prueba.
Después de 126 kilómetros
recorridos, confieso que cuando terminé me dije que ya la había hecho y no
tenía ninguna inquietud por volver a realizarla,… como nos engañamos, ¡¡¡tengo
que bajar de las 10 horas!!!
Por último, no me queda
mas que felicitar a José Luis por no quedarse en Cercedilla, algo que se planteó, y sobre todo a Diego, que con un
tiempo de 7 horas y 20 minutos demostró tener un físico de auténtico PRO.
Como siempre os dejamos a la derecha el album de fotos en el picassa y el track de la prueba wikiloc Madrid Segovia 2015
Tiempos oficiales:
Diego: 7h 55 min 50 seg |
kiko: 9h 49 min 28 seg |
Alberto: 10h 07 min 46 seg |
Un abrazo a todos los
bikers y hasta la próxima que podemos confirmar que sera http://www.skodagranfondobuitrago.com/
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